La pizza es un pan plano horneado, cuya base habitualmente es elaborada con harina de trigo, sal, agua y levadura. Generalmente es cubierto por salsa de tomate u otros ingredientes locales como salami, champiñones, tiras de cebolla, jamón, aceitunas, etc. Es original de la cocina napolitana (Italia)
y su popularidad ha hecho que se extienda por todo el mundo en una
infinidad de variantes. Sin embargo, hasta la actualidad, la pizza napolitana ha sido la única, para la que se ha reconocido una denominación de origen propia de la Unión Europea, denominada Especialidad Tradicional Garantizada
(o sus siglas en italiano, STG, Specialità Tradizionale Garantita).
Este reconocimiento se obtuvo el 4 de febrero de 2010 a propuesta de la
"Associazione Verace Pizza Napoletana".
Se trata de un plato de elaboración artesanal en la mayoría de los casos, aunque la industria alimentaria ha ido presentando desde los años cincuenta, poco a poco versiones de este plato como un alimento confort en los estantes de los supermercados. En la actualidad existen diversas franquicias que elaboran y distribuyen este alimento a domicilio.
El origen más aceptado se sitúa en la antigua Italia, donde se
acostumbraba hacer pan de forma circular y, luego del cocinado, cortarlo
en porciones como en las pizzas actuales. Entonces es posible deducir
que el origen de la pizza se debe al agregado de ingredientes extras
sobre este tipo de pan como es el queso gouda.
Los antiguos griegos cubrían el pan plano con aceite, hierbas aromáticas y quesos. Los romanos desarrollaron la placenta, un pan plano untado con queso y miel saborizado con hojas de laurel.
La pizza moderna se desarrolló hacia el siglo XVII en la ciudad de Nápoles,
lugar donde existen las primeras referencias documentales acerca de los
orígenes de una especie de tarta con tomate. En 1889 se le agregó el
queso.
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